Se está en la gloria cuando todo para y te encuentras contigo de golpe. Dices, joder, estabas ahí sin decir nada. O peor aún, llamándome a voces y yo sin oírte. Bueno, ya que estás aquí, vamos a tomarnos algo, a leer aquello que tenías a medias, a tocar un rato la guitarra que yo te hago los coros mientras desafinas sin miedo, a contestarte a esa pregunta que me hiciste ayer, a reírte de la tontería de la otra tarde, a alegrarnos de esa decisión correcta o a pasar el tiempo simplemente, como dos enamorados, sin decirnos nada. Me alegro de verte. De encontrarte bien. Que no vuelva a pasar tanto tiempo otra vez. Cuídate.