Contigo

Le dice que sonría. Ella no está para muchas risas pero hace el esfuerzo. Le está costando adaptarse a su nuevo destino. Sí. Lo eligió ella misma. Era lo que debía hacer pero al fin y al cabo sabía que, una vez más, lo correcto era lo peor para ella. Para bien y para mal también. No se equivocó y, aun así, decidió sonreír cuando sus nuevos amigos hacían una instantánea más, para el feisbuk. Y allí figura ella. En el portal de unos cuantos ojos que se preguntan quien es la nueva mientras elucubran sobre su posible novio. Tal vez el próximo finde no vuelva a quedar, se dice tras el quinto fogonazo del smartphone de Luis, un cansino que lleva toda la noche oliendo a chupito de beilis. Tal vez me quede en el sofa , con mis muebles, llamando a Marcos, que anda por Melbourne, o hablando con papá. Papá, si me vieras. Quizá lo haga. Con un poco de mala suerte le llegará una petición de amistad de un tal Luis y me encuentre etiquetada en el otro rincón del mundo con mis dudas y mis sueños. Así sales, me dijo finalmente. Vi tus sueños en aquellos ojos rojos inflamados por la luz de un teléfono moderno. Afortunadamente estaban lejos de allí y cerca de aquí, sea donde sea el lugar donde siempre quieras estar. Y yo, contigo.