Juan se ha caído esta mañana del árbol de casa. Lo plantó papá hace veinte años y en él hemos jugado hasta hace, relativamente, bien poco. Esta mañana, tras desayunar, Juan trepó en busca de algo que escondió anoche. Yo lo sé porque lo vi cuando Alberto me trajo en el coche. Fuimos al cine, a ver la peli de un cantante famoso que murió, nada extraño, porque todos los cantantes mueren pronto (supongo que son los riesgos del trabajo). Juan está en urgencias, así que no ha ido al instituto. Mamá está con él. Papá ya estaba en el avión cuando sucedió, así que no volverá hasta mañana. Mamá cree que Juan anda metido en algo que tiene que ver con la droga. Me hace gracia cuando la escucho hablar así, porque la mayoría de las personas hablan de drogas y no de droga, como lo hace ella. Claro que ella fue joven hace demasiado tiempo y, aunque seguro que las había, ella nunca se acercó a … la droga ¡Qué graciosa es mamá! Pero ahora está preocupada por Juan. Lo cierto es que lleva así varios días. Ayer, por ejemplo, me cayó una buena bronca porque pensó que yo le había escondido las gafas. No las encontraba, así que decidí ayudarla para que viera que yo no tenía nada que ver. Eso la enfadó aún más, pues pensó que estaba tomándole el pelo. Al final, las gafas aparecieron en el frigorífico, justo al lado de la verdura. La pobre se sintió mal, pero yo la abracé. Al fin y al cabo, es mi madre y pasa mucho tiempo sola. Juan y yo ya hacemos nuestra vida y papá … Papá siempre anda metido en el avión, de Barcelona a Madrid, de Madrid a Barcelona. Es locutor de radio, trabaja en Madrid y nosotros no quisimos movernos de aquí, así que, bueno, como dice mamá, se sacrifica para que ni Juan ni yo dejemos a nuestros amigos de toda la vida. Parece que Juan sólo tiene un brazo roto, así que supongo que más tarde lo veré en casa. Este hermano mío, siempre dando disgustos a mis pobres padres. Yo he quedado con Alberto al salir de la piscina. Iremos al polígono, donde Alberto comprará algo de droga para el <<finde>> y, de paso, meter las botellas de ron en el frigorífico de su apartamento. Nos vamos a poner como motos. ¿Quién sabe? Lo mismo nos da por subirnos a un árbol y hacer el avión, aunque a mí lo que de verdad me encanta es bañarme en bolas en la piscina con Alberto y sus dos amigos. En fin, antes habrá que ver a Juan y estar con mamá. Los dos están cada día peor, los pobres.