Como titulaba aquel blog, nada permanece. Pero tal vez este tipo de certeza se refiera únicamente a lo perfecto o a lo concluído. Nada perfeccionado permanece. O quizá nada permanece tal y como se encuentra en un preciso instante. Lo que está en crecimiento no permanece estático ni un único segundo o tal vez nada permanece creciendo, al menos de manera constante.
Pero al hablar de permanencia en este sentido, puede que se refiera a lo físico, lo visual y, en ese caso, se acierta. La Naturaleza nos enseña que nada permanece bello, precioso, joven o cálido. Las cosas del mundo mueren, abandonando la permanencia de la vida de su continente pero no por ello del contenido que, de diversas maneras, sigue contribuyendo a lo permanente de la vida. Al otro lado del prisma, lo sensorial cuando muere no alimenta ninguna cadena. Muere sin más, permaneciendo frío. Pero los hay que no lo hacen, permanecen. De sentimientos están inundadadas las avenidas de nuestras calles y, algunos, permanentes, tal vez porque no estén concluídos, porque sigan creciendo, porque no sean físicos o, simplemente, porque no parecen ni son cosas del mundo, aun siendo permanentes en nuestra vida. Incondicionalmente, algunos, permanecen.