El profesor se quedó sin tiza justo en el momento en el que lo ametrallaban a preguntas. Parapetado tras la mesa, escuchaba el silbido de las cuestiones que pasaban a escasos centímetros de su cabeza. Tan asustado estaba que no conseguía abrir los ojos y tanteaba con las manos el suelo, en busca de lo único que podría contrarrestar aquel…
sube
Siempre ha pensado que, viviendo en un pueblo, no le va a pasar nada malo. Aunque salga del trabajo a eso de las diez de la noche y tenga que caminar durante quince minutos por calles pobremente alumbradas, desiertas y silenciosas. Precisamente por eso, se dice, no me ocurrirá nada pues no hay un alma que pueda cruzarse conmigo y,…
señor quebrado
El frío que pela y la torta al caer. Se ha levantado con dolores y cree que lleva una (o dos) muñecas rotas. Grita, pero no le dura demasiado. Otro costalazo y como resultado esguince de tobillo. Intenta nadar, reptar, deslizarse, cualquier cosa con tal de salir de ahí. Nadie lo ayuda hasta que una señora increpa a unos jóvenes…
el balcón
Cuando los reyes venían a casa, nunca pasaban al salón. Dejaban lo que traían en el balcón, un lugar al que teníamos prohibido asomarnos y al que, a decir verdad, poco apego practicábamos. Ni siquiera cuando llegaron los quince años y había que fumar a escondidas, elegíamos aquel lugar. Sería por el vértigo o por la sensación de salir volando…
ya no soy un niño
A Teo comenzó a picarle el brazo a eso de las trece horas. Al principio, ni cayó en la cuenta pero, cuando comenzó a rascarse por tercera vez, fue consciente del tamaño que iba adquiriendo aquello. Sus padres corrieron. Y mucho. Ya en la puerta de urgencias, sólo permitieron que Adela, la mamá, pasara con él. La faz de Teo…
la repisa
Para cuando, sobre la repisa de la chimenea hay más fotos de muertos que de vivos, toca ir pensando en dar la segunda vuelta más despacio y fijarse detenidamente en lo que hay más allá de las orillas de un camino por el que uno ya transita desde que tiene memoria. Te das cuenta un día, mientras te agachas para…
patines
La escritora de relatos, prolífica en todas las épocas del año, tenía que atravesar, durante las navidades, su particular Vía Crucis. Atiborrada de prejuicios, aquello significaba que estaría alrededor de veinte días sin tirar una sola línea decente. —Puedes escribir sobre los reencuentros o sobre la amistad. Sobre el amor a la familia, la lógica aplastante del hogar, el dios…