Existe un ejército silencioso capaz de evitar la ruina a los bares y cafés de este país. Conseguirlo no emplearía demasiado tiempo (actúa sin hacer ruido, pero es eficiente). Sus miembros están entre vosotros y ahora, sin duda, es su momento.
Estoy hablando de los que, antes de que todo esto comenzara, ya iban solos al bar. Son personas como tú que, únicamente, encuentran la compañía que necesitan sentados en soledad.
Conforman un cuerpo heterogéneo. Entre sus filas podemos encontrar universitarios solitarios, extraños profesores de instituto, taxistas, comerciales, jubilados, brokers, los que atan el perro a la farola, alcohólicos, divorciados, funcionarios a turnos, cansinos en busca de víctimas, solteros interesantes, turistas por cultura, usuarios de Tinder, dueños de otros bares que cierran por descanso, impacientes que llegaron antes de que abriera la tienda de al lado, inspectores de trabajo, los plantados en una cita a ciegas, propietarios de vehículos con hora en el taller, influencers camuflados, desempleados que comienzan hoy un curso de formación o, sencillamente, gente que se ha perdido y necesitaba descansar.
Todas estas personas pueden sacar adelante a nuestros bares y cafés. Gustaban de estar solas en estos templos mal entendidos como lugares de reunión (lo son para la mayoría, pero esta minoría siempre ha reclamado su sitio). Ahora es su turno. Pueden liderar el proceso de recuperación.
Especialistas en mantener la distancia social (o de motivarla), hablan poco, van a lo suyo y mantienen ritmos consistentes de consumo. Así que recorramos nuestros barrios y saquémosles de sus escondrijos para enviarlos al frente de batalla ¡Serán la primera oleada! La que conquistará las terrazas.
Y, cuando todo vuelva a la normalidad, recuérdalo. Respeta al solitario. Personas como él lograrían salvar a este país de la ruina económica.