Se pasa febrero, aunque este año tarde en decir adiós un día más, para desaliento de marzo. Qué poca empatia la de marzo. Él, protagonista siempre con su día 21, año tras año, con sus fallas y su San José y su que sí que no con la Semana Santa. Para lo poco que tiene febrero, semana blanca y carnaval con mal tiempo, resaca de cuesta de enero, fin de rebajas a remate y un hielo de mañana que dura hasta la tarde. Este año, eso sí, con un sol más; este año no quiero que se vaya, así, desangelado, sabiendo a poco, con marzo enfurruñado por la demora de encaje. Espero que febrero encuentre consuelo si confieso que anhelo un marzo sin pena ni gloria para que venga abril con sus flores de mayo oliendo a junio mirando, como no, hacia el mar. Ese mar. Ay, ese mar… Entretanto, febrero.