Por qué no quedarse

Entrar para no quedarse. Por miedo a echar raíces, por no ver la cara más fea de lo cotidiano, por enamorarse cada vez de un ritmo distinto, por no asumir el inevitable cambio de lo nuevo a lo viejo, por perderse el como siempre, por pánico a que el tiempo revele quién eres en realidad, por la frescura del primer hola, por la ilusión que inunda los primeros metros del camino, por el terror a la certeza, por el afán de engañar a la muerte, en sueños. No faltan las razones para estar siempre de paso.