Se reencuentran los amores, todavía aletargados. Cuesta ponerlos a funcionar, tras sesenta días conservados entre tres y siete grados. Me imagino, me refiero, a los novatos que no llegan a los diecisiete. Parados, congelados, sintiéndose asaltados por las dudas del retorno de algo que ya casi se les había olvidado.
Afortunadamente, lograron reanimar aquello que dejaron a medias sin previo aviso. Lo consiguen gracias a esas miradas, cálidas aunque misteriosas, porque ninguno de los dos sabe, a ciencia cierta, qué esconden realmente. Así que prueban a mirarse una y otra vez hasta que ambos están seguros de que mereció la pena esperar.
—Te he echado de menos. Mucho.