Soy un anticuerpo, pero no el deseado. Me he ofrecido al test en infinidad de ocasiones y siempre acaba rechazándome. Le digo:
—¡anda, dibuja esa línea en la ventanita! ¡haz que pase!
No hay manera. Dice que no soy el que busca y me hace sentir mal.
¿De quién seré? No recuerdo apenas cómo llegué aquí y ninguno de mis amigos sabría decirme algo sobre mis causantes. Si al menos conociera sus cepas. Tal vez fueron, en vida, sendos resfriados que vinieron a contagiar a este huésped en el que habito desde hace tiempo. Primos lejanos del afamado Covid, del cual parece que no provengo.
Huérfano estoy, sin enfermedad causante conocida. Por las noches, me doy una vuelta por ahí. Me gusta el corazón, tan acogedor con sus cuatro salas, siempre en movimiento. Peligrosos los pulmones. No me gustan. Demasiado intercambio. Agradecido, me encuentro, cuando paso por esa víscera tan querida por muchos, el estómago. Soy un anticuerpo solitario, que no conoce infección desencadenante. Con este currículum, ¡qué difícil es que algún test me tome en serio!
En ocasiones, me dejo arrastrar por ciertos torrentes, dándome a la bebida, con tal de olvidar el hecho de ser inútil. O de borrar de mi memoria aquel desamor, vengativo, quien intentó hacerme daño diciéndome que, probablemente, descendería de una vacuna. Yo, un anticuerpo sintético, creado a partir de una infección debilitada y manipulada. No sé qué es peor.
Me llaman de nuevo. Hay otro test en marcha. Me gusta. Me atrae. No puedo resistirme a él. Me escucha cuando le digo lo de pintar la rayita. La dibuja por fin. Estoy alterado, a punto de tomar conciencia de mi linaje. Trato de concentrarme y escuchar la respuesta.
—¿Qué tipo de test eres? —le pregunto, ya relajado.
—Soy un test de anticuerpos COVID-19, de última generación.
—¡Eso es imposible! Todos los anteriores eran como tú y ninguno de ellos quiso dibujar esa rayita.
El test palideció. Comprendí enseguida lo que le estaba ocurriendo. Conocía ese vacío que corresponde con quien no encuentra sus raíces, con quien se sabe erróneo o mal diseñado. Sólo un anticuerpo sin misión en la vida como yo podía entender el dolor por saberse test falso positivo.
—Bienvenido al club —le dije —de los que no sabemos por qué estamos aquí.