Amor verdadero

Sigue lloviendo, aunque ya sólo sea por empeño. Así, en lugar de arrojar un chaparrón repentino que deje las calles anegadas, al tiempo le ha dado por dejar resbalar poco a poco todo el agua que pensaba traernos. Mientras tanto, el alquimista ha continuado con su trabajo y, ahora, al pan de chocolate, de curry, de espelta o de chía, añade a su currículum el pan de cebolla al que le va bien este día de llovizna, que huele a merienda y televisión, ahora de capa caída por culpa de los instagram, twitter, facebook y whatsapp. Probándolo, se antoja decapitado aquel dicho de «contigo, pan y cebolla». Más que descabezado. Esa combinación de palabras ya no se entendería. El sacrificio y la resignación se olvidaron de la cebolla para cuando ésta dijo que se prendería en el ojal etiquetas como «caramelizada», «escarchada» o «deshidratada». También el pan, que dejaría que expertas manos como las del alquimista le añadieran valor, más allá de lo que podría esperarse. ¿Y ahora qué? Ahora contigo, ¿qué? Si ya no es pan ni cebolla, ¿qué es? Sin wifi, sin datos, sin likes, sin historias, sin estados. De imaginarlo, se me caen las lágrimas. Eso sí que sería amor verdadero.