El cerebro al que llama está apagado o fuera de cobertura. Esas palabras, ordenadas exactamente de esta manera, se amontonan en mi cabeza. Es el resultado de procesar tu mirada al hablarte de lo que me pasa. A veces me convenzo de que no te interesa. Pero sé que ni siquiera llega. No puedo enfadarme contigo por ignorarme, porque realmente no lo haces. Quiero pensar que sabes que algún día me quisiste, que sigues incluso pensando que hoy es ese día. Tal vez sea eso lo que te pasa, que no me reconoces, porque te fuiste hace tanto tiempo y el mismo tiempo ha cambiado mi aspecto, depreciándolo hasta su mismo valor residual. Tú te apagaste a los cuarenta y el reloj solo ha seguido corriendo para mí. Yo también quiero quedarme en ese garage donde la cobertura no llega y el tiempo se congela, pero contigo.