tu edificio (y el mío)

Entre tu edificio y el mío, hay un callejón largo y estrecho. Tu edificio y el mío tenían que tocarse pero, por algún descuido urbanístico, quedaron dispuestos a medio metro el uno del otro, construyendo un abismo que los separaba en toda su longitud. Así nació el callejón que se interpone entre tu edificio y el mío.

No somos los únicos. Lo sé. Existen miles de callejones, largos y estrechos, por los que no pasa nadie nunca. Su presencia nos hace conscientes del olvido del funcionario o del necesario encaje en la estricta normativa municipal. Convendría que los técnicos del consistorio dictaran resolución por no saber ganar metros de una manera más original.

¡Que emitan orden de derribo! De tu edificio y del mío ¡Que los levanten nuevos! Sin nosotros en ellos, ya no será necesario callejón alguno.

—¿Y el resto? Dijiste que se cuentan por miles.

—Esos no me importan.

—¿Por qué?

—Porque no son los que separan tu edificio y el mío.