Fresco

Con los primeros días de calor nos parece todo poco. Cuando llegan, de primeras los celebramos porque este frío del invierno manchego nos había dejado pequeñitos. Pero tanto frío y tanto tiempo está con nosotros que enseguida lo añoramos porque de repente hace demasiado calor para los días que son. Cosas de los mayos, que son de ida y vuelta. Como si nos atacase el virus del inconformismo para no estar a gusto con un calor que se nos hacía viejo del tiempo que llevábamos sin sufrirlo.

Los mayos traen ese sol que nos hace cambiar de opinión tres o cuatro veces al día. Pero también nos trae el fresco, que es primo hermano del que toca a la puerta a finales de agosto entre música de feria y ansia de vendimia. A mí lo que me gusta con ansia es este fresco de mayo que me mantiene vivo y coleando porque pensé, como almeriense que no termina de adaptarse, que el calor había llegado para quedarse.