decepciones (y promesas)

—¡Me lo prometiste! —dijo, dándose la vuelta, como si no quisiera escuchar más excusas.

—¡Me lo exigiste! ¿Qué querías que hiciera?

Se hizo el silencio. Por un momento pensó que aquella respuesta con forma de pregunta podría detener sus reproches.

—¡Decir la verdad! —gritó.

—¡Aquí tienes la verdad! —apresuró a responder. Esta vez, sí se miraron.

Promesas que nacen a cambio de algo. Para los que las exigen, pueril demostración de fe en el ser humano. Una prueba condenada al error sistemático. No demandes, bajo la forma de promesa, aquello que nadie está dispuesto a darte.

—¡Esta vez lo haré! ¡Lo prometo! —pronunció, en un tono reconciliador.

—¡No te creo! ¡Nunca cumples tus promesas!

—Es cierto, pero esta vez será distinto.

Quiso acercarse, aunque había demasiada distancia entre ellos. Se arriesgaba al rechazo, así que decidió esperar y bajar la mirada hasta escuchar:

—Veremos, —dijo mientras se acercaba.

Promesas que nacen a cambio de algo. Para los que las realizan, racional conocimiento de la ingenuidad humana. Un acierto sistemático. Promete todo y cuanto aquello sea verosímil y obtendrás tiempo para que alguien, ingenuo (humano), albergue esperanzas.

—Sólo quise hacerte feliz.

—A costa de defraudarme más tarde.

—Sí. A pesar de ello.

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