La Mancha

En este lugar de pocos colores, donde predominan los castaños de la tierra, dura y aterronada,  los verdes apagados de encinas y olivos y los vivos de las vides, a medio gas, la vida se respira en toda su intensidad, tanto que parece que no transcurren los minutos. Presidido por un sol naranja, lo que ves, apostado en un camino, es la imagen de la calma, imperturbable, acompañada del ronroneo de un tractor, del ir y devenir de un rebaño que, lejos de romperla, la enriquecen. Encinas, sol y tierra; despacio, quieto, casi parado es el sentir de la vida en sus veredas donde merece la pena contemplarla y consumirla. Debiera estar prohibido o ser, incluso, imposible quebrantar tanta armonía. Sin prisa es como esta tierra se disfruta.

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