partida

El vuelo sale a las doce, hace frío en la puerta, me duele la cabeza, soy quien soy, tú ya no estás. La chimenea revoca. Conocías el truco para evitarlo. —Prefiero el sol de invierno, pero sólo si el aperitivo está listo—, solías decir cuando se iba el humo, al cerrar las ventanas. Recuerdo aquel bar, con el gospel de fondo sonando, abrigándonos el alma. El tiempo ha pasado deprisa. Apenas sufriste. Me molesta que la vida continúe de forma tan impertinente. Al mismo tiempo, supone un desahogo saber que ocurre en tu ausencia y que no lo sabrás nunca. El mundo debería detenerse, al menos, un minuto para el resto. En mi caso, lo ha hecho para siempre.