Muebles

Este sofá infinito que me utiliza cuando le conviene, que hasta me llama cuando voy a la cocina a por pastas y té. -¡No me dejes solo! -me grita desde el salón sin dejar de ver la tele. Vaya morro que le echa que me tiene secuestrada y ni al baño le gusta que vaya. Además, se ha aliado con el mando a distancia y juntos se cuentan secretos en voz baja. Le tiene la cabeza comida y le obliga a esconderse tras los cojines, todo con tal de enfurecerme. Hoy los he pillado adulando a la mesa de fumador, que siempre les había caído mal y ahora mira. Ya son tres contra mí.

Me ha guasapeado Marcos. Que me vaya con ellos a tomar unas cañas, que están en Casa Manolo tomando ensaladilla y estrenando gafas de sol. Además, está Laura con ellos. Menos mal que estos tres andaban maltratando al cenicero, deprimido desde hace años porque se siente inútil. He salido por la puerta sin echar la llave. Ya los oigo amenazarme con asesinar a la máquina de escribir, que está chillando aterrorizada. Cuando vuelva a casa me subo directa a la cama. Con suerte vendrá Marcos conmigo y entonces dejaré de escuchar a los muebles hablar.

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