Alfredo

Alfredo es pintor, mas de brocha gorda aunque también ha hecho sus pinitos mezclando óleos y acrílicos cuando le sobraba inspiración. A veces, cuando bordea el marco de una ventana con su infatigable rodillo, deja que su muñeca continúe con el vaivén cansino y abandona su mente al ritmo de la vida que pasa por delante suyo. Alfredo se ha asomado a los patios cargado de marfil, a calles céntricas atestadas de bolsas de zara y H&M, mientras su rodillo de hilo expandía un color chocolate que para sí lo quisiera la misma Lola.

Cuántas fueron las ocasiones en las que, dando masilla, escuchaba las discusiones de los matrimonios generadas por una silla mal puesta o una manía permanente. Y Alfredo, con su espátula, murmuraba a la vez que rellenaba la imperfección, -paciennnnncia, que todo tiene arreglo. Dejadlo ir…


Alfredo, el hombre de la segunda mano, el sabio pintor que respiraba tranquilo viviendo la vida conociendo que las cosas no son como empiezan. Una vez rematadas, lucen tan bien como las paredes que siempre había pintado.