—¿Recuerdas cómo fue la última vez que estuvimos aquí? —me preguntó, sin dejar de mirar a la calle, con las manos metidas en los bolsillos.
La luz que entraba por la ventana iluminaba su lado izquierdo. Estaba más delgado y los años habían conseguido un cabello más lacio y más gris. Sin embargo, seguía conservando aquel perfil del que me enamoré.
—Ya casi no me acordaba de este lugar —le dije abrazándome a su espalda, mientras cerraba los ojos, escuchando su corazón en silencio.
Él se dio la vuelta, me besó en la mejilla y miró hacia el interior de la habitación. —Anda, —dijo —bajemos a la calle, a ver qué queda de aquel fin de semana del dos mil diecinueve.
Subimos por la empinada cuesta que debía llevar a la plaza. Allí, en uno de sus pórticos adintelados, nos hacíamos nuestra primera fotografía juntos. Desechamos la idea de volver a repetirla y corrimos a sentarnos en una terraza. Hacía bueno y aún no habíamos desayunado.
—Aquellos momentos no volverán —me decía —Y no lo digo porque los considere mejores. Cada momento es único, con unos matices, combinados de tal forma, que sería imposible volver a vivirlo exactamente de la misma manera. En aquella fotografía, éramos más jóvenes y nos queríamos, pero no como ahora. Además, todo era distinto.
Había, en aquellas últimas palabras, un sabor ligeramente amargo. Pensé que estaría producido por la incapacidad que tenemos para retener el tiempo, al hacernos mayores. No advertí melancolía, pues estaba segura de que él no quería volver atrás. Muchas veces me dijo que, si pudiera, ni lo intentaría porque estaba seguro de que metería la pata, estropeándolo todo. Esas últimas palabras, pronunciadas de aquella forma, no hacían otra cosa que hacer del pasado algo que mereció la pena vivir.
—¿Cómo nos queremos ahora? —pregunté, tratando de que se centrara en este momento. Cogió mis manos.
—Ahora nos queremos de verdad.
—¿Antes no?
—Antes no pensábamos en eso.
—¿En qué pensábamos entonces?
—En volver a este lugar, muchos años después y decirnos que seguimos queriéndonos de verdad.