Está sentado en el tranco de la puerta, como con la mirada perdida pero sabiendo muy bien lo que quiere. Desde su puerta tiene ante sí un amplio campo de visión. Puede ver a la perfección al vecino Juan asomarse, apostado tras la ventanita del baño. Y también, con un giro casi imperceptible, avista a Manolo, perpetrado tras la cortina del salón, sin quitar ojo a la calle.
Sin moverse del tranco, se ríe para sus adentros y decide arrojarlo al centro de la calle. Evitando mirar a las ventanas, se levanta y entra en casa meneando la cabeza. Sin volverse, sube las escaleras y se acuesta.
Manolo le toca al timbre y baja. Se fija y lo lleva en la mano, aunque le dice que no lo quiere, que lo coge nada más que para evitar que Juan se apodere de ello sin merecerlo. Con los ojos aun medio cerrados por el sueño, logra parar su discurso atropellado con la intención de decirle que si no lo quiere, que lo vuelva a dejar en su sitio. Pero Manolo se lo lleva a su salón.
Juan ha ido andando esta mañana al trabajo. La única razón ha sido la de poder pasar por la ventana de Manolo y así inspeccionar el salón en busca de lo que debía ser merecidamente suyo. De tan concentrado que iba, se ha dado un porrazo enorme con la papelera, el móvil ha salido despedido desbaratándose por completo, se ha golpeado la frente con el bordillo de la acera y, finalmente, ha escuchado el chasquido de su clavícula derecha al romperse. Al mirar, desde el suelo, su tobillo torcido, lo ha visto dentro de la papelera. Aún brillaba, a pesar del maltrato infringido por Manolo, en un intento de destrozarlo para que ni él, ni Juan ni nadie pudiera tenerlo.
Desde el tranco, aun en pijama y sosteniendo el té con limón de la mañana, no ha tenido más remedio que llamar a la ambulancia para que atendieran a Juan. Llega enseguida la camilla. El ats, Manolo, esboza una media sonrisa que logra equilibrar la decepción por no tenerlo con el dulce placer de saber que ninguno de los dos lo posee.
Termina su té y piensa en lo próximo que arrojará a la calle. Ciertamente, de poco importará su naturaleza.