Quiere decirte que sigue amándote, aunque te mire con odio y te trate sin educación. Te ha estado vigilando para acertar con el momento en el que pueda atacarte y hacerte aún más daño. Prefiere que el resto conozcamos tus miserias, que un día fueron también las suyas. No son muy distintas a las nuestras aunque actuamos como si solo tú fueras capaz de todo eso. Ayer nos llamó y, entre lágrimas, confesó que te quería, que no sabía cómo acercarse a ti ni lidiar con ese amor egoísta que corroe su cuerpo hasta retorcer sus entrañas. Apenas duerme imaginando situaciones en las que tú te hallas muy cerca. Sabemos que no puedes más. Lo has dicho muchas veces. Esto no es amor. Y, sin embargo, lo es.