—¡Debemos terminar con esto cuanto antes!
—Pero… señor presidente. El virus sigue entre nosotros.
—¡Es la economía, idiota! ¡Nos vamos a pique! ¡Hay que abrir de una vez!
—No podemos hacerlo. No contamos con los medios necesarios. Se lo ruego. Debe sopesarlo.
Hoy es 8 de mayo de 2020 y no sabemos qué va a ocurrir en los próximos meses. Probablemente, conversaciones como esta hayan tenido lugar en cualquier despacho oficial del planeta. El virus SARS-CoV-2 ha aparecido en mitad de la fiesta para cortar el suministro eléctrico y dejarnos, sentados a la mesa, con los platos a medias. La asesora continuó.
—No podemos negociar con un virus. Está diseñado para invadir y destruir. No dejará de hacerlo, porque es su naturaleza.
—¡Pues viviremos con él o moriremos todos! ¡Y nosotros caeremos! ¡Que no os quepa la menor duda de ello! ¡Usted será la primera en hacerlo!
Hablando de naturaleza, hay algo en la nuestra que nos empuja a pretender dominar todo lo que nos rodea. Por ahora, esa es la única buena noticia. La ciencia, el mayor invento de la humanidad, acabará encontrando la vacuna o el tratamiento. De esta forma, podremos continuar con la fiesta y terminarnos los platos. De momento.
—Podría llevarse a cabo una estrategia intermedia. Se llama de-escalada y consiste en convencer a la población de que podemos vivir con el virus, manteniéndolo a raya. Será aceptada, porque todos necesitamos relacionarnos.
—¿Probabilidades de éxito?
—Las mismas que de fracaso.
—¡Adelante entonces! Si algo sale mal, ya buscaremos culpables.