El otro día escuchaba la expresión: Tiene más años que un bancal. Inmediatamente, pensé en aquel al que mi abuelo llevaba a las cabras y donde tanto nos gustaba ir para saltar la acequia y revolcarnos sin ningún propósito particular. Como de eso hace ya cuarenta años y el bancal en cuestión llevaba un siglo perteneciendo al linaje del abuelo, aquella comparación no me pudo parecer más oportuna. Lo gracioso es que no recuerdo de quién hablaban ni tampoco de qué, aunque la edad debía de ser un aspecto importante en el marco de la conversación. Tampoco recuerdo si la frase la escuché en la radio, en la calle o en el trabajo y mucho menos si la intención era halagar o hacer más grande la herida. Ni siquiera logro hacer memoria sobre si hablaban de una mujer o de un hombre. O de una cosa. Según lo que fuera, tendríamos seguramente diferentes acepciones. Y lo que es peor. No tengo ni la más remota idea de cómo me ha venido a la cabeza. No sé. Será que voy teniendo ya más años que un bancal.