-Me ha llamado Ricardo, de contabilidad- me dice Lola con el gesto torcido. Algún problema hay y creo que voy a tardar menos de un minuto en conocerlo. Además, Lola ha venido hoy de malas -tiene problemas con su ex porque, según ella, le hace la vida imposible- así que intentaré estar tranquilo.
-Hay un apunte, el TC-096, que no encuentra la factura por ningún lado. Y dice que tiene que estar aquí. Y, aunque me pese, lleva razón, ayer la tenías en tu mesa- y se calla mirándome a los ojos esperando una excusa.
-Cierto. Ayer la archivé y mandé copia a Ricardo. El problema es que estaba borracho, ya sabes, hasta las patas. Así que a ver cómo se lo dices y no estaría mal, de paso, que como jefa hablaras con Miguel y con Teresa para que le den un toque.
-Gracias. Y perdona. Hoy no tengo un buen día- se excusa Lola. -Haré una copia del archivo y se la envío. Hablaré con él.
Ricardo siempre fue un desastre, aunque controlado. Mientras tuvo vida familiar andaba más o menos. Ahora lleva cuatro meses separado y no levanta cabeza. No ve a sus hijos, anda por ahí de bares y para colmo se ha liado con Inés, de admisiones. Y la chica es maja pero con las mismas aficiones que él. No se convienen el uno al otro.
Lola está hablando con él. Es difícil. Hace un año salíamos de cañas los cuatro juntos y los niños eran amigos. Ahora María y yo estamos en medio. Ella lo detesta. Yo mejor archivo la próxima factura.