Me gusta ir al pub de Sara antes de comenzar la tarde. Me gusta el café que hace porque siempre, desde hace años, sabe igual y eso, más que otra cosa, hace que recuerde cosas bonitas de muchas otras tardes. Las ha habido buenas y siempre con ella detrás de la barra, acompañada por el sonido de un cafetera por la que no pasan los años. Seguro que hay tardes aún mejores por venir.
Hoy, al sentarme en la mesa de siempre, me he encontrado un libro en la silla. No tiene título. Tan solo unas pastas de color azul turquesa. Al abrirlo, tampoco lo he encontrado y mucho menos algún indicio de quién lo ha escrito o quién lo ha publicado. De golpe y de sopetón, he comenzado a leer porque sí. No sé qué me ha empujado a ello pero estoy seguro de perder el hilo de todo esto si le pregunto a Sara por él. Es la historia de Guillermo, alguien que fue tiroteado en una cuneta y que pasó año y medio en un hospital sin que nadie supiera nada de él. Por supuesto, en coma, según cuenta y después otros tres meses recuperándose de las lagunas que le provocó ese estado y de los impedimentos físicos, propios de año y medio sin moverse.
Guillermo cuenta en el libro que despertó enamorado de Martínez, una teniente de la Guardia Civil a la que jura no haber conocido antes y de la que ya no pudo ni supo separarse a partir de aquel momento. Tampoco Martínez, en palabras del autor, sabía nada de él hasta que le encargaron el caso. La historia de Guillermo me ha tenido dos horas en el pub de Sara, a base de cafés y tés y teniendo que interrumpir su lectura para atender desde allí a clientes como García, González o Alcolea, nerviosos por la próxima liquidación de IVA. He terminado, sin pestañear, un libro sin título de alguien que dice llamarse Guillermo y que cuenta cómo está viviendo una segunda vida sin recordar nada de la primera, sin saber si ésta fue desgraciada o jubilosa y preguntándose si lo bueno que le ha dado esta siguiente oportunidad es fruto de lo vivido previamente.
Vivir una segunda vez como si fuera la primera pero sabiendo que la tuviste y que algo de lo que hiciste cuenta para esta segunda. Tirar de lo aprendido sin ser consciente de ello. Ser guiado en tus actos por algo que es tuyo pero que perdiste en alguna cuneta y que todo tu cuerpo decidió olvidar. Guillermo dice que vive hipotecado por un pasado que le ha condonado las deudas que asumió, permitiéndole ser ahora más feliz que nunca porque está seguro de que cualquier tiempo pasado nunca fue mejor que el que ahora vive.
Al salir del pub de Sara, he sacado del bolsillo de la chaqueta una nota. En ella están escritas las palabras “Yo sé que tú sabrás ponerle un título a la historia de una vida junto a Félix, antes Guillermo. Sara.”