Con las ganas de un viernes y el aire que corre, las terrazas se llenan de un ruido que acompaña el pensamiento. Grupos de tres, íntimos; de cuatro, compartidos o uno solo en infusión, macerando las idas y venidas de una cabeza que ordena, compara, critica y olvida. Razón y corazón sentados en la misma silla de aluminio que nos pone en común a todos los presentes. Por colores nos distinguimos; rubio de cerveza, chocolate de café y negro coca cola, somos lo que somos y hablamos de lo que hablamos mientras los niños se dedican a lo que nosotros hace años. Terraza y juguesca. El run rún de los viernes al calmarse el aire. Y tan a gusto. Que son cuatro días y solo dos los relevantes.