Tomás vino a comprar pan. El chino nos dijo que no sabía nada más. Tras cuatro intentos más, confesó que le había vendido una botella de mojito caducada, pero que pan no se había llevado. Dijo, además, que alguien se lo llevó en una moto, alguien que llevaba un cigarrillo pegado en la comisura de los labios. ¡En la boca! ¡en la boca! había gritado apresuradamente el chino en un castellano casi aceptable. Mientras largaba, López inspeccionaba el rollo de la máquina registradora y contaba el cash del cajón en el que, supuestamente, se guardaban las monedas fruto de las ventas. La gente se agolpaba en torno al mostrador para pagar lo que les hacía falta, mientras el propietario sudaba cada vez más, impaciente por cobrar, asediado por las preguntas de García. No sé donde está Tomás, repetía una y otra vez, mientras su mujer le gritaba algo en chino. Al final, dijo que ni moto, ni pan, ni botella de mojito ni hombre con cigarrillo. Se desplomó sobre un sillón viejo que tenía tras el mostrador y rompió a llorar. La mujer se cubría las manos con la cabeza. El niño, hijo de ambos, llevó a los inspectores a la parte de atrás, señalando el congelador. La madre gritaba y golpeaba a su marido, rendido, ya esposado por los patrulleros. Tomás, funcionario de carrera del SIMCE (Servicio de Inspección de Morteros y Cementos), descansaba congelado con los ojos abiertos, cubierto parcialmente de sangre. En la cabeza, se advertía la herida mortal provocada por uno de esos gatos que mueven constantemente la pata. Entre las manos de Tomás, encontraron el formulario 0346T-S el cual, momentos antes del homicidio, pretendía cumplimentar para sancionar al comercio LoTengoTodo Shopping Center. El motivo se hallaba escrito en la línea 2a: Cerrar durante los domingos, comportándose de esta manera como si de un negocio tradicional se tratara.