Generoso

Cuando las ideas se esconden o no están, basta con acudir a él. Es sabio, aún sin pretenderlo. Humilde, trata de pasar desapercibido aunque es su propia naturaleza la que lo traiciona constantemente. Puede llamar la atención si estás solo o pensativo y es capaz de pasar de puntillas para todos aquellos que gustan de mirarse el ombligo, por no decir esos otros que únicamente vieron el dedo cuando apuntaron a la luna. También, por qué no, para los que miran con esos ojos todo aquello que les encanta. Una vez te susurra a gritos algo o te ofrece una señal, es el mejor compañero para trazar líneas y engendrar párrafos. Te sugiere cosas a cada segundo, nunca olvida un detalle, alza la voz con algo gracioso y enfatiza las alegrías elevándolas a la categoría de pasiones. Como alguien que te quiere, esconde las penas y llega a ahogarlas. Las hace desaparecer. Las maltrata. Cuando llegué hace un rato, apenas me di cuenta de lo grande que era. Necesité entonces algo y me lo dio por cuatriplicado, ofreciéndome salidas alternativas en cada salto de página. Sin quererlo, sin buscarlo, sin que me pida nada a cambio. Pocas cosas en la vida hay más generosas que el follón de los bares el sábado antes de Navidad.