Hoy he estado en la farmacia. También en el súper. Lo cierto es que, para los tiempos que corren, he tenido un día de lo más movido. Me ha parecido todo muy triste. No lo digo porque apenas haya gente, sino por la desconfianza (más humana que nunca) que existe al mirarnos o al hablarnos.
Wasapeas con los amigos, recordándote que, cuando esto termine, haremos una comida. Tras cerrar la aplicación, piensas si alguien (o tú mismo) habrás hablado de más o lo habrás dicho con la boca pequeña. Van a perderse muchas cosas y una de ellas será la confianza.
Soy optimista. Perderse no es sinónimo de destruirse. Creo que podremos volver a encontrarla. Espero poder abrazar, dar la mano, arrimar un hombro cuando haga falta y trabajar y vivir codo con codo con quien te sientas identificado. Espero hacerlo sin pensar después si estaré infectado, si pondré en peligro a mis seres queridos.
Dependerá de la vacuna, de la inmunidad, del tiempo, de nuestra voluntad. y nuestra fortaleza. Este evolucionado virus puede haber desvencijado una de las muchas cajas de Pandora de este mundo. A tal fin, sólo es una herramienta. De nosotros depende sobreponernos y volver a confiar en quien nos da el cambio en la tienda, en quien se acerca a animarte, en todos y cada uno de aquellos que siempre están.