Se me ha ocurrido hacer limpieza. He abierto los cajones del aparador y las puertas del mueble donde tengo la tele y se ha hecho paso ante mí el caos más absoluto. He encontrado algunas cosas que creía perdidas, otras que pensaba había regalado y hasta las que deberían estar de vuelta con sus dueños. Me he asustado al ver el reproductor portátil de DVDs al lado de una disquetera de tres y medio y ya puedo decir que tengo fotos de carné para el resto de mis días. No he discriminado y lo he llevado todo al punto limpio. Cajas llenas de años han desaparecido en tres viajes agónicos para el coche. El pobre no merecía esto. Algún día él también irá allí para no volver. Esta tarde, estando allí, subido en aquella rampa, sobre los enormes contenedores, a punto de arrojarlo todo, he hecho una excepción. Me he vuelto conmigo mismo. No he tirado lo que soy, ni lo que hice. Aquello que siento y lo que sentí, todo lo que me hizo llegar a este punto, lo bueno y lo malo, hasta lo absurdo, todo me lo traigo de vuelta.