La habitación del fondo

Las luces siempre encendidas. Las puertas abiertas. Nadie en los pasillos. Desde la calle puede verse parte del orejero rojo, situado al lado de una lámpara de pie, tal vez frente al televisor que se escucha a todas horas emitiendo vídeos musicales de los ochenta. Hace treinta y ocho años, de repente, la vieja casa abandonada cobraba vida. Una mañana apareció así y de esta forma ha permanecido todo este tiempo. Nadie la habita y los pocos que se han atrevido a entrar han decidido guardar el secreto de lo que hayan podido experimentar en su interior. Mi hermana estuvo allí y pude verla sentada en el sofá. Movía las manos y los pies al ritmo de Purple Rain. Tenía los ojos cerrados y movía suavemente la boca, acompañando con su cabeza el intenso ritmo de la canción. Al acabar, se levantó y caminó hacia donde debía estar el televisor. El siguiente tema era de Madonna. Tras él, pudo escucharse a los U2. Desde entonces, el sonido de cientos de artistas ha salido de esa casa. Mi hermana, no. Pude entrar anoche, tras armarme de valor durante todo este tiempo. No estaba en ninguna de las habitaciones. Tampoco en el sótano ni en la cocina. Registré los armarios y un viejo arcón repleto de discos. Entonces me senté en el sillón rojo y silencié a los Level 42. Fue entonces cuando la escuché. Pude distinguir su voz apagándose debajo del tocadiscos. Golpeé con fuerza el entarimado, arrancándolo con mis manos, hasta llegar a la solera de hormigón. Seguía escuchándola, la oía gritar en mi cabeza. Abrí los ojos. Me ví en aquel sillón orejero. Giré la vista hacia la calle y allí estaba ella, de pie, llamándome, pidiéndome que saliera de allí. Era tan solo una niña en camisón. Recordé entonces que me quemaba, por culpa de mi adicción al tabaco y al whisky, por aquella colilla que prendió en el terciopelo rojo de mi sillón orejero, el mismo que compré para escuchar música, en el 81, aquel maldito año en el que fui pasto de las llamas, mientras mi hermana lo presenciaba todo, desde la habitación del fondo, la que daba a la calle.

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