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—Papá, ¿puedes ayudarme con este problema de matemáticas? Tengo que entregarlo mañana y no sé cómo se hace.

—Claro hija. A ver, léemelo ¡que yo era muy bueno en el cole!

—Dice, calcula el perímetro del polígono que aparece en la figura 3.2.

—Déjame que vea el libro. Tiene que estar por aquí… A ver… apotema, área, volumen, ángulos… ¡no! ya me he pasado ¡leches! ¡qué libros más malos! ¡no hay quien se entere! El caso es que esta mañana yo he visto algo de esto en internet.

—¡Papá! ¡déjalo!

—No, no. Si lo tengo en el móvil ¡Aquí está! Dice… Sanidad acuerda restricciones perimetrales en la localidad, estableciendo el control de entrada y salida en la rotonda del polígono. ¿Ves? Pues… el caso es que esto sí lo entiendo, pero… ¡déjame ver el enunciado otra vez! Uf, no sé, hija, no me aclaro. Relación tiene, pero… ¡pregúntale a tu madre, que acaba de llegar!

—Mamá, ¿me ayudas con el ejercicio? Papá no sabe.

—Claro hija. A ver, a ver, déjame que lea… ¡joder! ¿Qué es lo que te ha dicho tu padre?

—Que van a confinar al pueblo y que sólo se podrá entrar y salir por el control que ha puesto la Guardia Civil en el polígono.

—¡Paco! ¿cuántos calculas tú que estaremos confinados?

—¡Han dicho que diez días! ¡Estoy en el baño!

—¿Qué miras, hija? ¿No has escuchado a tu padre? La solución es 10.

—Estaba pensando que a papá y a ti os está afectando esto de la pandemia más que al resto. Sólo espero que conmigo no sea así. Me voy a mi cuarto.

—¿Qué le pasa a la niña? ¿La has ayudado con el problemita ese de matemáticas?

—No sé, Paco. Cada día está más rara. Esto de la educación online no le está sentando bien. Mandan cada cosa…

*****

—relatos de un segundo confinamiento—

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