¡al cuerno las citas previas!

Tengo fecha para conocer a alguien. Será dentro de seis días y, de momento, se trata de una persona con edad comprendida entre los 35 y los 55, independiente y con varios fracasos matrimoniales a sus espaldas. La aplicación sólo garantiza el encuentro y el gobierno, para variar, se lava las manos ante las posibles consecuencias. Ni siquiera facilitan una sala con video vigilancia.

En la frutería sostenible, me ha contado Marie que su cita tuvo lugar ayer. Hablaron durante unos minutos y después se marcharon juntas a bailar un rato. Al llegar a la discoteca, Marie vio a Lucas tomando un cubalibre en la barra. Estaba solo, así que se acercó para interesarse por él. No podía evitar sentirse responsable por haberlo dejado, tras quince años juntos. Sin duda, Lucas estará agradecido por aquel gesto, pues él y la cita de Marie se marcharon juntos, unos minutos más tarde.

Tras conocer la historia de Marie, he pensado en cancelar mi encuentro, así que he salido a dar un paseo, ya que caminar me ayuda a reflexionar y, cuando he querido darme cuenta, me hallaba justo frente a la puerta de la Oficina Provincial de Coincidencias. He mirado a través del cristal y, sorprendentemente, no había nadie haciendo cola. A mi lado, una mujer permanecía quieta, sin quitarme la vista de encima y he pensado que, si yo debía conocer a alguien, me gustaría que fuera ella.

Esta mujer ha debido sentir lo mismo que yo por lo que, ya que estábamos allí, nos hemos atrevido a entrar para solicitar al funcionario que anulara nuestras solicitudes anteriores y nos hiciera coincidir lo antes posible, pero ha sido inútil al no contar con cita previa, así que hemos mandado al carajo la Normativa Ciudadana y nos hemos ido a bailar a la discoteca, que allí estaba Lucas con Charlotte, la cita previa de Marie, dándole al esqueleto y a los cubalibres.