Nos gustan los jueves. A mí y a mucha gente. Porque desde el lunes no haces otra cosa que acumular energía potencial mientras asciendes al martes y culminas con el miércoles. Y tienes muchas ganas de convertir toda esa energía potencial en energía cinética, lo que es una pasada porque comienzas a sentir cómo se libera desde el mismo jueves, cómo aceleras más y más durante el viernes, alcanzando la velocidad máxima el sábado por la tarde. A partir de ahí, sin embargo, nos vamos quedando sin energía hasta llegar al domingo por la noche en la que el vagón de esta montaña rusa que se repite constantemente, se detiene. La luz roja de parada se queda encendida durante esas horas y vuelta a empezar. No hay más remedio que volver a acumular energía potencial.
Siendo las cosas así, cabe preguntarte lo siguiente. Tú de qué eres ¿Eres más de potencial o de cinética? ¿Cómo disfrutas la vida? ¿Eres feliz acumulando potencia e imaginándote el momento de liberarla o te bebes la vida sin colador durante los descensos que comienzan los jueves? Vivir para trabajar o trabajar para vivir. Acumular para soñar o soñar despierto sin cinturón. Tragar o vomitar, callar o hablar. Pensar o reír.
Nuestro Eduardo es todo energía potencial. Lola aún no se ha decidido y los demás según nos va la vida, aunque uno, si he de confesarlo, es más de energía cinética. Me pirra sentirla en las venas, corriendo a través de ellas, escapando por la piel y quedarme agotado, vacío y completamente desproporcionado. Esa desproporción que es consecuencia de haber estado lleno y quedarse en nada sin gota alguna.
Por eso me gustan los jueves, porque dejo atrás los días de carga y puedo comenzar a quedarme vacío poco a poco, eso sí, sin perder jamás el entusiasmo.