¿Dónde he dejado las llaves?

Llevo años encontrando los muebles cambiados de sitio. Lo peor es que solamente lo hace cuando no estoy. Le he instado a facilitarme la vida en lugar de atormentarme. Vivo solo y bien me vendría una ayuda. Por ejemplo, cuando abro la puerta del horno para extraer la bandeja caliente y necesito otro trapo más de cocina. Maldito fantasma que cuando tiene que mover las cosas no lo hace. Hace una semana comencé a insultarlo. Y con ello solo he logrado encontrar el puf del salón metido a conciencia en el cajón de las verduras. Desagradecido fantasma. Alejó de mí a todas mis novias. Consiguió que mis hijos no volvieran por aquí. A cambio de eso, le dije una vez, hazme la vida en casa más fácil. Pero no. Me amarga la existencia. He urdido un plan para matarlo. Traeré a casa a un fantasma que conocí una tarde en el trabajo. Lo vi correr por los despachos. En un principio quiso amedrentarme, pero yo no temía nada de él. Escuché su historia y lo ayudé. Ahora dice que está libre de rencor. Que ha visto la luz y que se irá, pero antes me ayudará a dar una lección al fantasma de casa. Según el plan trazado, llegará antes que yo y se esconderá hasta verlo aparecer. Entonces, absorberá su pena y lo arrastrará hacia el lugar de donde nunca debieron salir. Todo habrá terminado para las ocho. No los volveré a ver. No quise arriesgarme a ser puntual y encontrarme en mitad de una lucha entre iguales. Media hora más tarde de lo previsto, entré por la puerta. La casa estaba vacía y a oscuras. De pronto, me agarró. Supe que era él por la fuerza que ejercía sobre mi pecho. Sujetaba mi cuello, ahogándome. Entonces lo vi. Me habló para decirme que me quedaría en esta casa siempre a su lado. Que nunca volvería a ver luz alguna. Dejé de respirar y me sentí flotar. Compartió su ira conmigo. Era inmensa. Ya no queda nada bueno dentro de mí. Solo tengo odio para todo aquel que viva en esta casa. Ahora acabaré contigo como él lo hizo conmigo. Recuérdalo esta noche, cuando no sepas cómo llegaron las llaves a tu bolsillo, si las habías dejado al lado de la puerta, como todas las noches.