Sara ha pintado un cuadro en el que salimos todos. Dice que ha tardado años. Tal vez sea por eso que ninguno nos reconocemos. Sara dice que no debemos fijarnos en el aspecto físico, pues ella ha reflejado las facciones que nos corresponderían teniendo en cuenta nuestra huella social. Ha sido un poco cruel Sara, dejando evidencia física del tiempo que la naturaleza perdió con todos nosotros. Si lo que pretendía era vengarse por el numerito que le montamos a su última novia, lo ha conseguido. Aunque nosotros solamente tiramos el Mustang de aquella repelente por el barranco para que Luisa se riera un poquito y dejara de perder el sentido y hasta la vida por Sara. Sí, aquel coche se incendió con su nuevo amor dentro, pero nosotros pensábamos que la cosa no llegaría tan lejos. En fin. Sara expone esta noche sus obras en la galería del centro. Al acto ha asistido su amor, por Skype, desde el hospital, donde se recupera de sus quemaduras. Luisa sigue en casa, esperando a Sara. Nosotros íbamos a ser protagonistas de la velada, pero nadie nos asocia con los que salen en el cuadro, así que en cuanto se acabe el Florentino nos vamos. Dice Luisa por el wasap que acaba de conocer a una tal Sonia que tiene unas amigas muy simpáticas. Que si las recogemos en la puerta de una galería de arte del centro y nos vamos a su casa. Florentino no hay, pero el chino de abajo siempre tiene de todo.