Bienvenida, Lola

Lola ha vuelto. Hace un año nos dejó por la competencia. Lo hizo de buenas maneras, sin cerrar puertas, fiel a su estilo. En la oficina nos quedamos todos mustíos. Y todas. Reme se llevó lo suyo y alguno que otro pudimos verla llorando a escondidas. Hoy se hubiera llevado una alegría, caso de seguir con nosotros, pero también convino en marcharse, a raíz de su divorcio. Cambió de aires. Era una buena chica.

Los demás seguimos más o menos con nuestras vidas y en el trabajo tuvimos que volver a comentar los partidos y las barbacoas de los domingos, campo de cultivo de cuñados, monsergas y discusiones matrimoniales. Así que como Lola ya no estaba, poco a poco fuimos apagándonos y centrándonos más en el trabajo, qué cosas.

Hasta hoy. El único que lo sabía era Marcos y se lo tenía callado. Todo para ser él el que fuera a recibirla, el que dijera unas palabras con todos allí boquiabiertos, pasmados, algunos casi llorando de la emoción. Lola ahí, en medio, la Lola de siempre, con su traje de chaqueta y pantalón, su metro setenta y siete, su presencia, esperando pacientemente a que el imbécil de Marcos terminara de hacerle la pelota, contando cosas que a ninguno nos importa, que a ver qué me va a mí que la empresa vuelva a estar unida porque ha llegado Lola.

A nosotros, lo que nos importa es que volvemos a tener lunes, martes, miércoles, jueves y viernes. Que venir a este pabellón frío de mesas y papeles vuelve a ser ahora genial, que tenemos una vida después de los fines de semana y que con Lola todo volverá a ser como antes. Veremos a los payasos como Marcos babear por una cena con maridaje con Lola, escucharemos el silencio cuando  ella hable en la cafetería, querremos aparcar nuestro coche al lado del suyo en el parking para poder cruzárnosla y sobre todo, sobre todo, volveremos a ser los chicos de Lola, esos inadaptados, corrientes y molientes a los que, sin que nadie sepa cómo, Lola adora.

Aún no ha terminado el cansino de Marcos, cuando Lola ya nos ha cucado un ojo y Raúl acaba de morirse en nuestros brazos. Nos vemos en el descanso. Bienvenida Lola.