La momentánea equidistancia

—Por las mañanas me levantaré temprano y saldré a correr. Tomaré desayuno continental y caminaré hacia el trabajo, escuchando mi programa de radio favorito. Allí, tendré una sonrisa para todo el mundo y estaré atento por si, a la hora del café, alguien necesita suelto para la máquina. Terminaré todos mis documentos pendientes antes de irme y no perdonaré la caña de los martes con los hermanos. Ya en casa, veré un solo episodio de la serie que recomienda mi escritor favorito en twitter y me meteré en la cama antes de las once para dormir mis ocho horas.

—Y esa será mi vida cuando sea mayor, mamá —dije, mirándola mientras mantenía la cuchara en la momentánea equidistancia.

—Ya veremos. De momento termínate las lentejas, que tienes que ir con tu padre al taller y hacer los deberes después.